Álvaro González-Alorda

Profesor de Innovación de Fundesem y director del Área de Innovación de ISEM Fashion Business School

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Alfonso Ramón-Borja, socio de Tressis S.V. y consejero de diversas empresas, ha asumido la presidencia del Centro de Gestión del Conocimiento Empresarial de la Comunidad Valenciana, CGCE, que pretende dinamizar la actividad consultora y de servicios avanzados, fomentar el intercambio de conocimiento, y promover la cooperación empresarial. Innovador en su ámbito geográfico, en solo diez meses el centro ya cuenta con 53 socios, entre ellos Telefónica, la UMH, Fundesem, Seur, INECA o Coepa.

“Los próximos 30 años van a ser los más interesantes de la historia de la humanidad”. Con esta frase de película arranca su libro. ¿Por qué las próximas tres décadas serán cruciales?

Porque en los próximos 30 años, los que aproximadamente nos quedan de vida profesional a los que nacimos en los 70 y en los 80, se van a reconfigurar una parte sustancial de las instituciones de nuestra civilización y de los elementos de nuestra cultura. Como dice el profesor Luis Huete en el prólogo del libro, el mundo que vivimos es “bastante mejorable en su fondo y en su forma”. Hay una colección de indicadores que están pidiendo a gritos que no nos quedemos con los brazos cruzados, como espectadores, sino que asumamos el reto de ser protagonistas de este tiempo histórico que nos ha tocado vivir. Y sobre nuestra generación recae buena parte de esta responsabilidad por razones de edad y de capacidad de decisión en las empresas e instituciones.

Ponga algunos ejemplos de esos indicadores.

Pobreza, marginación, medio ambiente, desmotivación de las personas con su trabajo, rupturas en las familias, desequilibrios psíquicos, falta de credibilidad en las instituciones, cinismo en la ciudadanía, etc.

Uno de los retos que se plantea es influir positivamente en las empresas para que sean un factor de mejora de nuestra civilización. ¿No es un objetivo muy ambicioso?

Ya lo creo. Pero el mayor fracaso de nuestra generación sería la mirada corta, la estrechez mental de que se nos pasen los años buscando sólo un acomodamiento profesional que nos permita la prosperidad de nuestro entorno más cercano y la satisfacción de nuestras ambiciones de ocio, desentendiéndonos de los demás y renunciando a cambiar el mundo y a que nuestra vida tenga un impacto positivo en muchas personas. Y esta perspectiva, además de chata, sería irresponsable, ya que nunca antes en la historia de la humanidad ha habido una generación que haya contando con tantos medios para cambiar el curso de los acontecimientos.

¿Qué propone para cambiar el mundo?

Propongo que miles de personas que hoy tienen una vida profesional plana, debido a que están sobrecualificados para su puesto de trabajo, se atrevan a combatir la inercia y el miedo, y se decidan a cambiar el ritmo y el rumbo de su vida profesional de la mano de un maestro que les inspire a afrontar la vida con una sana ambición, les plantee objetivos retadores y les ayude a diseñarse una trayectoria profesional que les permita desplegar su talento y sus cualidades.

¿Y dónde se puede encontrar un maestro?

Es improbable encontrar un maestro en la propia empresa. Y me parece sano que se busque una visión externa e independiente, para no contaminar los sueños profesionales con las menudencias del día a día. Las escuelas de negocio son un lugar adecuado para encontrar un maestro. Un profesor con 15 ó 20 años de experiencia, con puntuaciones en sus clases por encima de cuatro en una escala de cinco, con decenas de proyectos de consultoría a sus espaldas y con el que haya sintonía podría ser un buen candidato. Lo habitual es que el diseño de su trabajo sea lo suficientemente flexible como para que surja la posibilidad de colaborar en algún proyecto.

¿Cuál es el perfil idóneo de un maestro?

Sea profesor de una escuela de negocios o no, lo normal será que te saque una o dos décadas de experiencia. Y resulta útil que tenga cualidades complementarias a las tuyas, ya que de ahí pueden surgir proyectos que estrechen, refuercen y enriquezcan la colaboración a lo largo de los años. En definitiva, se trata de buscar un tándem y de aprender a pedalear a su ritmo.

En el libro menciona a Luis Huete, profesor del IESE, como su maestro. ¿Qué vio en él para elegirlo?

A mí me inspiró Luis Huete por el siguiente cóctel de cualidades: es un profesional excelente con una experiencia y un reconocimiento internacional difíciles de alcanzar; pero a la vez, cercano y con un deseo vocacional de ayudar a los demás. Y un trabajador infatigable (con más de 100 conferencias y seminarios al año por todo el mundo, además de sus clases y de su actividad de consultoría); pero que pelea por dedicar tiempo de calidad a su familia. En pocas palabras, un maestro que rechaza la autosuficiencia y quiere seguir aprendiendo.

La solución pasa por tomar decisiones que cambien el rumbo y el ritmo de la propia carrera profesional. ¿Pero no es eso es muy arriesgado en estos tiempos?

En estos tiempos, me parece más arriesgada la parálisis que el riesgo de innovar, en este caso, en el diseño de la propia vida profesional.

¿Por qué siempre se proponen cambios en épocas de crisis, cuando es evidente que algo ha ido mal?

Muchos autores, como por ejemplo Einstein, bendicen los tiempos de crisis como una oportunidad. Y en este sentido, pienso que, de vez en cuando, conviene que la realidad nos agarre por las solapas y nos zarandee para sacudir de nuestra vida el conformismo, la pereza y la falta de propósito, que nos paralizan como los hilos que atrapaban al gigante Gulliver. Bendita crisis.

¿Las empresas valoran realmente el talento, o están más preocupadas por conseguir personas preparadas, fáciles de someter y que cobren poco?

Debe ser difícil encontrar un manual de recursos humanos de una empresa en la que no aparezca la palabra talento. Sin embargo, lo habitual es encontrarse con un planteamiento excesivamente conservador de los procesos de selección, en los que se buscan candidatos casi perfectos para el puesto. Y este hecho, unido a la deficiente transferencia de conocimiento que hay en las empresas -cada cual retiene lo que sabe no vaya a ser que le «muevan la silla»-, crea un círculo vicioso que empobrece a las organizaciones y a los profesionales. En definitiva: se contrata a personas sobrecualificadas, se les encomiendan tareas que no les retan ni les hacen crecer, y los empleados protegen su saber para que un becario no les acabe quitando el puesto. Pero para su desgracia, en España, según los sindicatos, ya hay 200.000 becarios asumiendo puestos estructurales.

¿Cómo es el mejor trabajo del mundo?

Un trabajo en el logres que coincidan tres dimensiones: algo que te apasiona hacer, algo que se te da bien hacer y algo que te proporciona buenos ingresos. Y que además te haga crecer a ti –tanto como profesional como personas– y a las personas que están a tu alrededor.

¿Qué consejos daría a las personas que ahora están buscando trabajo?

No te conformes con ser un buen profesional, especialízate y logra ser excelente. Encuentra a un maestro con el que diseñar tu trayectoria. Organízate para aprender rápido. Elimina de tu vida lo que te quita energía y te hace perder foco. Vas a necesitar mucha disciplina, entrénate. Pide feedback para que te ayuden a progresar. Rodéate de profesionales valiosos. La amistad es una tarea que requiere esfuerzo, cultívala. Diferénciate en el mercado de profesionales creando una marca personal. Diseña tu propio modelo de negocio. Utiliza las redes sociales y profesionales con una estrategia clara y consistente. Mejora tu capacidad de comunicación en formatos presenciales, escritos y audiovisuales. Planea con ambición tu próxima escapada sabática. Aprende a trabajar desde fuera de la oficina. Atrévete a tomar la iniciativa para hacer ya lo que llevas tiempo pensando hacer. Sé ambicioso y no dejes que los "prudentes" empequeñezcan tus sueños. Lucha por llevar una vida equilibrada y rica en todas sus dimensiones. Afronta la adversidad con optimismo, trasformándola en aprendizaje. No te conformes con vivir cómodamente, dedica los próximos 30 años a cambiar el mundo. Buen viaje.