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Crisis, del remedio a la oportunidad

CEEI Asturias, Centro Europeo de Empresas e Innovación del Principado de Asturias

Publicado por lourdes
miércoles, 17 de diciembre de 2008 a las 00:00

"Se habla de crisis oye, ¿la notáis?". Trabajando en el campo de la promoción empresarial y siendo conocido el estrecho contacto y relación directa que tenemos nosotros, los CEEI, con los emprendedores y empresas, ¿quién no recuerda la primera vez que le plantearon esta pregunta? Lamentablemente -y aquí nuestras experiencias son seguramente comunes-, la respuesta ha ido variando a lo largo del tiempo, desde una inicial negativa casi sorprendida cuando sólo existían unos primeros ecos periodísticos lejanos, hasta una certidumbre resignada, ya cuando algún proyecto cercano comenzó a tambalearse. Esa crisis que comenzó siendo una amalgama de datos macroeconómicos y anglicismos, de términos lejanos para los que en el día a día no usamos esos tecnicismos, ha ido pasando poco a poco al plano micro, el que nos afecta en lo cotidiano, en el día a día, en los proyectos situados en nuestros centros o en la puerta de al lado.

Esta situación ha hecho visible un sistema que se ha revelado imperfecto, injusto y desequilibrado: la globalización manifestada finalmente en su enorme crudeza.

Sin embargo, de nada sirve enterrar la cabeza en la arena. Estas son las circunstancias que nos ha tocado capear, el escenario es el mismo para todos por muy pesimista que sea, las reglas del juego son comunes y, por lo tanto, lo son también las ventajas o desventajas de esta situación.

En todo caso, ojo, no conviene dejarse arrastrar por la inercia colectiva. La crisis debe enfocarse como una invitación a la "alerta", a estar atento a esta nueva tesitura y, sobre todo, más que teorizar sobre sus causas y sobre lo justo o injusto de la situación, debemos orientarnos hacia la reacción desde su vertiente más

práctica: ¿hay algo qué podamos hacer? ¿Hay algún consejo que ofrecer?

No hay recetas para superar una crisis pero sí pautas o consejos que pueden ayudar a enfocar este periodo incierto y hostil. Desde la perspectiva de organismos como los nuestros, que prestan apoyo a los emprendedores, está claro que la situación nos exige, más que nunca, afinar nuestro papel. Ser conscientes de la importante y trascendental labor que desempeñamos. El ejercicio de la objetividad, el rigor en el análisis, la solidez en el asesoramiento de los planes de empresa y de negocio se presentan fundamentales a la hora de evaluar y asesorar las iniciativas y proyectos empresariales que pasan por nuestras manos. Se lo debemos a nuestros clientes, jóvenes emprendedores valientes y esperanzados, o bien empresas jóvenes a las que la coyuntura ha podido acrecentarles la fragilidad y vulnerabilidad propia de los proyectos en sus primeros pasos. Todos ellos merecen ser partícipes de unos servicios profesionales a la altura del reto que van a afrontar.

A ellos van dirigidos especialmente estos breves consejos que pueden resumirse en: planificación, innovación y prudencia.

Planificar, planificar, planificar: Ninguna empresa puede permitirse el lujo de no sacar el máximo partido a sus recursos humanos y materiales, y ahora menos que nunca. La productividad debe estar en su grado más alto. Las fechas y plazos son para respetarse así que no temas en ajustar o replantear calendarios. Quizá también sea preciso un ajuste organizativo de la plantilla. No necesariamente implica prescindir de trabajadores, pero sí redistribuir funciones al menos de forma temporal.

Revisa tus cifras de negocio, es posible que al actuaizarlas y analizarlas te lleves sorpresas. ¿Qué producto o servicio constituye a día de hoy tu fuente principal de ingresos? ¿Cuál ha experimentado la mejor evolución? Puede que lo infravaloraras en un principio o que un cambio de hábitos de tus clientes o consumidores haya provocado el cambio. Lo importante es que ahora lo sabes y puedes potenciarlo. Es el momento de repensar el negocio.

Tus clientes siempre han sido tu mejor activo y ahora más. No desperdicies ninguna ocasión para entrar en contacto con ellos y así conocer, e incluso llegar a anticipar, cualquier posible problema a medio o largo plazo. Sin despreciar la posibilidad de hacer nuevos clientes, recuerda que, por norma, suele ser más barato el que ya está hecho. De todas formas, no confundas nunca clientes con amigos. Priorízalos estrictamente conforme a su cifra de negocio o rentabilidad, y dedica siempre tus mejores esfuerzos y recursos a los mejores, que no necesariamente será con los que mejor te llevas.

Innovar: En ocasiones nos quejamos de que el día a día es tan intenso que nos falta tiempo para dedicarnos a innovar. Es posible que, debido a la ralentización de algunas actividades, ahora dispongamos de ese bien tan preciado. Motivar, poner a los equipos de trabajo en situaciones creativas, innovando en productos, servicios y procesos, es la actuación que nos proporcionará mayores rendimientos una vez que la crisis vaya pasando.

¿Y qué hay del uso de las nuevas tecnologías? Correos y facturas electrónicas que ahorran papel y envíos postales, firmas digitales que evitan desplazamientos e impresiones innecesarias, videoconferencias que pueden evitar viajes relámpago, llamadas internacionales a través de SKYPE, etcétera. Es el momento de lanzarse de lleno a las mejoras del siglo XXI.

Prudencia: El momento es proclive a ser más conservador. Revisa umbrales y escenarios económico-financieros, cifras poco realistas de clientes o proveedores y, frente a ofertas temerarias, mejor pon pies en polvorosa. También es conveniente que examines el tema administrativo y contractual, nada de comenzar proyectos sin contratos firmados o abordar proyectos sin financiación clara.

Finalmente, serenidad: No cabe duda que el componente psicológico de la crisis es un factor acelerador y multiplicador de la situación, por lo que el sentido común se impone como la mejor y más barata de las soluciones.

Optimismo hacia el futuro

Empezamos hablando de crisis y acabamos haciéndo- lo de oportunidad. Etimológicamente, la palabra "crisis" remite a conceptos más bien positivos como a la opción de decidir, al cambio, a la oportunidad. La clave de esta estrategia "en positivo" bien podría ser: convertir las amenazas en oportunidades y las debilidades en fortalezas.

No es mal enfoque. Hay sectores que pueden tener incluso más opción a despuntar en estos tiempos: empresas de ahorro de costes, reparaciones (automóviles, electrodomésticos, etc.) ya que ante las dudas de afrontar nuevas inversiones por parte de los consumidores vivirán una segunda juventud, servicios de outsourcing, tiendas de segunda mano, servicios de gestión de cobros, etcétera.

Por otro lado, la llamada de atención a "repensar nuestro negocio" puede conducirnos a mejoras inesperadas que nos posicionarán una vez que pase esta etapa.

Sobre todo, hay que ejercitar el sentido optimista hacia el futuro. Las administraciones y gobiernos están empezando a tomar medidas paliativas para mitigar los efectos más inmediatos, la falta de crédito y de confianza de las entidades financieras. Demos tiempo a estas medidas para que desplieguen sus efectos.

El refranero español, tan sabio en ocasiones, nos deja variados ejemplos plenamente aplicables a situaciones como la ahora vivida: "no hay mal que cien años dure" o "tiempos de borrasca, víspera de resplandores". Llegarán mejores tiempos, momentos para disfrutar de una nueva bonanza dejando atrás los rigores. Entonces, nos habremos hecho más fuertes e indudablemente, más sabios, para afrontar nuevos desafíos.

Lo dicho: prudencia, esperanza y ¡manos a la obra!

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