La desmotivación laboral, un desafío crucial tanto para los empleados como para las empresas

Es lógico y comprensible que algún lunes, después de un fin de semana de relax o de unas vacaciones en nuestro rincón favorito del mundo, se nos haga un poco cuesta arriba. Sin embargo, la voz de alarma suena cuando cada domingo se convierte en una auténtica pesadilla, cuando la más mínima escusa bastaría para no ir al trabajo o cuando nada más encender el ordenador nos convertimos en un zombie sin alma con la pretensión única de que el reloj ponga fin al sufrimiento. Si bien es cierto, la conciliación de nuestra vida laboral y personal, la búsqueda de nuestro propósito profesional y vital, la reflexión sobre a qué dedicamos nuestro tiempo y sobre todo, nuestra vida, requieren de una introspección muy profunda. No obstante, en esta ocasión, arrojamos luz al asunto referente a la desmotivación laboral centrándonos en cómo combatirla desde el prisma de recursos humanos. 

Las causas de la desmotivación laboral

La identificación de las causas de la desmotivación laboral es indisociable a la comprensión de la conducta humana y aquello que provoca que en un momento dado la persona sienta frustración. Por norma general, nuestras acciones en la vida están orientadas a conseguir objetivos. Objetivos que nos mantienen ocupados y motivados, visualizando la línea de meta. Un trabajador motivado volcará todo su esfuerzo en la consecución del objetivo que se propone y, en el ámbito profesional, los objetivos se dan también en pro de la organización. En esencia, tenemos una idea, la convertimos en un objetivo, nos motivamos para que se cumpla y finalmente, lo llevamos a cabo. Por el contrario, ¿qué provoca el cortocircuito que crispa en desmotivación laboral?

El estancamiento o falta de progreso

No son pocos los trabajadores que llevan años realizando la misma labor sin que se les asigne ningún proyecto nuevo, o aún peor, sin que se confíe en ellos para ocupar otras posiciones o colaborar con otros equipos. De este modo, la monotonía y la falta de participación en otras áreas de la empresa provocan que el empleado sienta que su desarrollo profesional ha llegado a su fin y que ya no tiene nada más que ofrecer. 

La mala comunicación o entendimiento con los rangos superiores y compañeros

La falta de comunicación es de por sí una problemática de extrema gravedad, que, valga la redundancia, todavía se agrava más cuando también nos apodera el miedo a llevarla a cabo. Miedo a las repercusiones, al qué dirán, a  no sentirnos escuchados y que nuestras ideas no sean valoradas. Miedo que se traduce en una inseguridad y silencio detonantes. 

La remuneración económica

Demostrar y transmitir lo que valemos, nuestro compromiso e implicación se encuentran íntimamente relacionados con la recompensa económica que esperamos que se refleje en nuestra nómina. Una casuística muy común de disconformidad en la remuneración se da cuando al empezar en la empresa realizamos funciones concretas y conforme avanza nuestra trayectoria, la lista de tareas va in crescendo porque ya somos capaces de asumir más responsabilidad, pero paradójicamente, nuestra retribución no avanza a la misma veolicdad. 

La falta de confianza y concordancia con la empresa y sus líderes

Tristemente, la desconfianza en nuestros líderes nos lleva a perder el respeto hacia ellos. Por lo tanto, es imprescindible que los trabajadores estén convencidos de la capacidad de dirigir y la preparación de sus líderes. Si esto no sucede, es más que probable que no secunden sus opiniones o directrices, percibiendo que van en contra de sus principios o atisben inutilidad en el trabajo solicitado. 

Falta de flexibilidad

La falta de flexibilidad es una causa relacionada con los horarios de entrada y salida del trabajo, con las opciones de vacaciones o de horario reducido, y hoy en día más que nunca, con la posibilidad de teletrabajar. En esencia, el quid de la cuestión reside en ser coherente con las exigencias del puesto que se desempeña, los horarios de los clientes o stakeholders con los que se trabaja y con discenir cuando la presencialidad se requiere verdaderamente o en cambio, vamos a la oficina a teletrabajar. 

¿Cómo detectar la desmotivación laboral?

Los síntomas de la desmotivación laboral que no debemos desatender, tanto en nosotros mismos como en las personas que nos rodean, van desde el absentismo recurrente o falta de puntualidad, una actitud apática, conflictos con compañeros o superiores, sensación de estrés o aburrimiento continua, discusiones negativas, una disminución de la productividad y de la calidad del trabajo, hasta el hecho no de aportar nuevas ideas, pasando por un aumento de la actividad en sitios de redes profesionales como LinkedIn en la búsqueda de escapatoria. Estos signos van desde notas sutiles hasta situaciones insostenibles que desencadenan una reducción de la productividad de un 40% en la empresa cuando los empleados no se sienten a gusto. La desmotivación laboral es patrimonio de todos, y en nuestras manos también está que una persona pueda dar lo mejor de sí misma. 

Las claves para superar la desmotivación laboral

Entonces, ¿cómo podemos superar la desmotivación laboral? Todo apunta a que la primera ficha la deberá mover el empresario. Pero ni que decir tiene que todos y cada uno de los integrantes de la organización deberían sumarse al cambio. 

Mostrar interés por las personas

La empresa no sobrevive únicamente a base de resultados numéricos. El lado humano de las organizaciones precisa un reconocimiento, que el trabajo que desempeña se valore y su voz cuanto menos se escuche y se alce. 

Consensuar los cambios en la empresa

Puede que la resistencia al cambio sea uno de los factores que más rechazo provoque entre los empleados. De esta forma, por qué no limarla haciendo partícipe al personal en ellos, implementando dichos cambios de forma gradual para que puedan aceptarlos con la mayor templanza posible.

Planes personalizados de formación

La ambición, nuestra inquietud por mejorar, por perseguir nuevos retos puede acompañarnos dentro y fuera de las fronteras profesionales. Sin embargo, el mejor aliado con el que pueden cabalgar in situ es la planificación de carreras profesionales dentro de la organización que tracen nuestras posibilidades de mejora y ascenso. 

Conocer al equipo

Una de las claves del liderazgo se erige cultivando las relaciones con los empleados, tanto de forma individual como colectiva. Una relación cercana con nuestros compañeros puede ayudarnos a mantenernos motivados, respetados y escuchados. 

Líderes respetuosos y empáticos

El hallazgo de diversos estudios ha sido que más de la mitad de los empleados abandonan sus trabajos por conflictos con sus superiores. Los líderes del equipo impactan notoriamente en la experiencia laboral holística de un trabajador. Pues son quienes determinan con quién trabajan, en qué proyectos, si ascienden y cuándo. Sus acciones son capaces de dañan la moral, motivación y productividad de la totalidad de su equipo. 

Comunicar objetivos y feedback continuo

Por muy obvio que parezca, resulta esencial asegurarse de que cada miembro del equipo tenga claras sus tareas y responsabilidades y por ende, de qué manera contribuyen al panorama general de la compañía. Un buen jefe debería mostrarse accesible y brindar feedback constructivo de forma recurrente, informal y honesta. Algo que puede hacerse mediante reuniones individuales, de equipo, evaluaciones de desempeño y planificación de desarrollo personal, concediendo ese espacio en el que los empleados tengan la oportunidad de discutir cualquier preocupación o inquietud. 

Reconocer cuando las cosas se hacen bien

Sean las circunstancias predecibles o impredecibles, cuando el equipo lleva a cabo un esfuerzo adicional, sobrepasa los objetivos por encima de las expectativas o se comporta de modo loable, reflejando los valores de su empresa, un buen líder debe tener la capacidad de reconocerlo para que los empleados sean conscientes de cuánto se aprecia su dedicación. 

Ofrecer un paquete de compensación justo

A pesar de que factores como la cultura de la empresa, el desarrollo profesional y la ubicación del trabajo son determinantes en la elección sobre dónde trabajar, una compensación justa juega un papel primordial. Una compensación que va más allá de un salario competitivo, contemplando beneficios como la mutua médica, licencia por paternidad, vacaciones pagadas, paquetes de incentivos y en definitiva, las bondades propias de un salario emocional digno. 

Llegados a este punto y tomando en consideración que la fórmula secreta para combatir la desmotivación laboral no existe, tomemos conciencia acerca de qué podemos hacer como líderes, empleados y compañeros en aras de nuestro bienestar individual y colectivo. Y, sin duda, tomémonos la licencia de crear nuestra propia panacea valorando que aquello que para nosotros pueda suponer una acción insignificante, para otros puede tener un impacto trascendental.